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Por: Claudia Sasmay O.

¿Cómo inician las enfermedades y las adicciones?

Desde que existimos, los seres humanos hemos padecido síntomas, y esos síntomas son parte de la biología, porque hemos normalizado sentirnos mal y enfermos. Nuestra naturaleza humana nos hace estar encarnados en un cuerpo que tiene distintas funciones biológicas y que está diseñado para sobrevivir. Nuestro estado natural es la salud y el equilibrio, y no la enfermedad, es lo que está grabado en cada célula de nuestro cuerpo y es lo que llamamos “homeostasis”. Es como si nuestro cuerpo tuviera un sistema de control que regula cosas involuntarias, como la temperatura, el nivel de agua, el pH, la presión arterial, entre otros, para que todo funcione bien y estemos sanos. Cuando algo se sale de ese equilibrio, nuestro cuerpo trabaja para volver a estabilizarse. Y lo que más desequilibra nuestro organismo, es la manera en que procesamos y elaboramos nuestras emociones.

 

Revista VDS Chicureo, ¿Cómo inician las enfermedades y las adicciones?

¿Y que son las emociones?

  • Las Emociones son energía, vienen de la raíz latina, E-movere, que significa “ir hacia”.
  • Son expresadas por el cuerpo y la mente.
  • Pueden durar hasta 120
  • Son reacciones o estímulos provocados por otros, personas, animales o cosas.
  • Las emociones están asociadas con nuestra forma de ser.
  • Son espontáneas, arcaicas y cumplen una función de adaptación.

Suelen estar acompañadas de claros indicios físicos:

Cuando estás deprimido/a, tu cuerpo se moviliza (o se desmoviliza) para desconectarse.

Cuando eres feliz, tu cuerpo se moviliza para asumir compromisos y acciones positivas.

 Desde que nacemos vamos lidiando con una serie de conflictos, traumas, necesidades emocionales, que nos desconectan de nuestro estado de equilibrio y a lo largo de nuestra vida iremos intentando sobrevivir a ello y muchas veces el síntoma será la solución.

¿Y qué son los síntomas?

Un síntoma puede ser una enfermedad, una compulsión, una adicción, conflictos para relacionarnos con los demás, problemas con el dinero, sufrir accidentes reiterativos, conflictos laborales, etc.

Desde  la Biodescodificación, todo síntoma es la metáfora de nuestra historia emocional, es la solución a un momento conflictual, que ya no existe y que tu biología resolvió de la mejor manera por ti.

Es una solución eficiente, pero no inteligente. Ya que nadie desea estar enfermo o tener una adicción o sufrir problemas económicos o relacionales.

Cada parte de nuestro cuerpo está en enlace con el cerebro y con la mente. Todo lo inmaterial que no controlamos, toda enfermedad o síntoma es una reacción biológica y tiene una utilidad biológica y precisa de adaptación. Y está asociada a un resentir corporal preciso.

Nuestro cuerpo actúa sobre nuestras emociones y las emociones actúan sobre nuestros pensamientos y los pensamientos actúan sobre todo el cuerpo.

¿Qué te dice tu síntoma?

Todo síntoma o enfermedad tanto física o psíquica, tienen un origen emocional. Padecer asma, cáncer, artritis, diabetes, alergias o una adicción son sólo síntomas de que algo ocurrió antes, un trauma o bioshock, un momento de nuestra vida que nos quedamos congelados y sin reacción, frente a algo que nos hizo sentir dolor. Todo tiene un significado Biológico especial.

¿Cuál es el origen de esos bio shocks o traumas?

Seguramente en el último tiempo has escuchado mucho sobre la palabra trauma, esta tan usada y quizás poco elaborada y comprendida por la gran mayoría de las personas. A diario al momento de realizar las fichas de mis pacientes hago esta simple pregunta: ¿En tu infancia has vivido algún trauma o momento difícil? La gran mayoría contesta que no, pero una vez que vamos avanzando en la primera sesión, vamos dándonos cuenta de que hay muchos de ellos y que simplemente la persona no era consciente o los había minimizado. Algunos ejemplos de trauma:

  • Perder a alguno de los padres a temprana edad.
  • Separaciones brutales.
  • Cambios de ciudad o de país.
  • Cambios de colegio.
  • Enfermedades donde hayas tenido que permanecer postrado.
  • Enfermedades de los padres o hermanos.
  • Accidentes
  • Cirugías.
  • Bullyng
  • Abusos sexuales
  • Violencia
  • Presenciar violencia.
  • También es trauma haber tenido la sensación de haberte quedado solo de niño o de mojar tu cama o tener miedo en la noche y no tener a quien recurrir, porque tus padres no estaban disponibles emocionalmente para eso y por el contrario, podían enojarse si ibas a buscarlos.

Seguramente te estas preguntando si tú has sufrido traumas en tu infancia, pero en realidad la pregunta debería ser, ¿cuántos traumas sufriste?

La palabra trauma viene de la raíz griega “herida”. Es una memoria que se mantiene viva en el presente. Nuestro cerebro memoriza, guarda momentos difíciles, pero también hay muchos que los olvida, como un mecanismo de protección. Me toca ver mucho en la consulta, pacientes que no recuerdan de manera consciente eventos traumáticos de su infancia o incluso, no tienen recuerdos de esa época de sus vidas. ¿Por qué olvidamos? ¿Cuál es la utilidad de olvidar?  La respuesta es simple, no sufrir. Nadie quiere conectar nuevamente con esas situaciones traumáticas. Nos pasamos la vida evitando el dolor, pero lo que la mayoría de las personas no sabe, es que el dolor es biológico y el sufrimiento opcional. Por ejemplo; el cuerpo duele si nos dañamos, si nos cortamos, si nos pegamos, etc. Pero también duele con el dolor emocional; una ruptura afectiva, la muerte de un ser querido, el abandono de alguien, el abuso, la injusticia, no ser vistos ni escuchados. Duele por un tiempo, el tiempo que demora en cicatrizar. Aunque hay veces que esa herida emocional nunca cicatriza y el dolor se transforma en sufrimiento. El dolor es biológico, pero el sufrimiento opcional.

Y no hay diferencia entre el dolor físico y el emocional, para nuestro cerebro es igual.

El dolor físico es una percepción sensorial de ciertas terminaciones nerviosas sensitivas.  El dolor es subjetivo, personal y puede ser más o menos intenso y puede sentirse en una o más partes del cuerpo al mismo tiempo.

Si alguna parte de nuestro cuerpo se daña, los receptores de la zona corporal afectada enviarán señales al cerebro, éste las interpretará y, de esta forma, sentimos una sensación que nos advierte de que algo no va bien y aparece el “dolor”.

Para poder sentir el dolor es necesario que el cerebro reciba el mensaje, pero antes que la información del dolor llegue a su destino en el cerebro, existe una “puerta de entrada” que, según si se abre o cierra el dolor se siente o no y con más o menos intensidad, además de darle más o menos importancia a nivel cognitivo. Es por eso que el dolor es subjetivo, se habla de un umbral del dolor personal. La expansión y transmisión del dolor va a depender de muchas áreas del sistema nervioso, influenciadas por factores psicológicos, emocionales, genéticos y sociales. Hemos aprendido a guardar nuestro dolor y a no expresarlo. Culturalmente sentir dolor no está bien.

El dolor emocional es una experiencia subjetiva en la que la persona tiene una herida mental o psíquica, pero que provoca un gran sufrimiento interno, sin que exista ningún motivo o lesión física, y en ocasiones mayor que el sufrimiento que provoca un dolor físico.

El dolor emocional dura entre 10 a 20 minutos, el resto del tiempo es dolor autoinfligido.

Sin embargo, el dolor emocional y el físico están vinculados, de forma que un dolor emocional muy intenso o prolongado en el tiempo puede generar alteraciones físicas reales, es decir, se puede somatizar el sufrimiento emocional.

La gran mayoría de las personas que recuerda sus traumas los utiliza de una manera inconsciente porque siempre habrá utilidades. Pero el problema de esto, que al aferrarte a los traumas del pasado, estas impactando directamente sobre tus células y las de tus descendientes. Es responsabilidad de cada uno volverse un buen ancestro para las futuras generaciones. Esto es lo que estudia en profundidad la epigenética.

De ti depende volverte un buen ancestro para tus descendientes.

 La Neurociencia a lo largo de la última década han realizado nuevos e importantes avances respecto de la forma en que la mente y el cerebro humano procesan las experiencias traumáticas. La labor de neurocientíficos como Antonio Damasio, Joseph LeDoux, Steve Porges y Richie Davidson, entre tantos más. Todos han propuesto de manifiesto que los seres vivos responden a los estímulos a través de los sentidos y que nuestra manera de reaccionar es coherente con lo esperado en nuestra naturaleza mamífera. Nuestro cerebro tiene la maravillosa capacidad de percibir el mundo exterior, interactuar con otros para vivir en comunidad y  preservar la especie y también nos mantiene alerta para preservar la vida.

Dependemos de otros mamíferos para sentir protección, cobijo, vínculos y pertenencia.

Desde que fuimos niños escuchamos decir a nuestros padres o tutores frases como: “lo hago por tu propio bien”, “tú te lo buscaste”, “es tu culpa que me haya enojado así”. “tú lo provocaste”, etc. Desde pequeños escuchamos que la justificación del maltrato era para enseñarnos algo y así aprendimos a justificar un sinfín de atrocidades y comportamientos abusivos, por quienes debían cuidarnos y protegernos y esos refrentes se volvieron figuras autoritarias y peligrosas. Nuestros vínculos en vez de ser sanos y de protección, se volvieron vínculos tóxicos, de traición y de humillación. Ya hablaremos de esto en otro capítulo.

Y el niño en nuestro interior fue aprendiendo a reprimir sus emociones reales, y a buscar un falso placer para sobrevivir. A partir de nuestros tiernos años nos ha salvado el estado de neurosis para poder sobrevivir.

La neurosis es una afección sin base orgánica que se caracteriza por conflictos, cuyas raíces vienen desde la primera infancia. Es producto del proceso represivo o, en otras palabras, del rechazo y exclusión de los propios deseos, ideas, pensamientos o imágenes que siente necesarios el niño para expresarse, pero que son inadmisibles para los adultos a su cuidado. Son inadmisibles, porque van en contra de la cultura, las creencias y los valores que impone la sociedad. Por ejemplo, los niños no lloran, no se grita, no se come con la boca abierta, no se ponen los codos en la mesa, no se habla en la mesa sin permiso, no se sube el tono de voz a los padres, ni se les cuestiona, se le debe dar besos y abrazos a todos los adultos, aunque para el niño ese adulto represente algún peligro, etc.

Por ejemplo un niño pequeño que comienza con la exploración de su cuerpo y descubre placer al tocar su pene y la madre al sorprenderlo, lo castiga o incluso golpea y le dice que eso está mal, que es feo, sucio, etc. El niño va a comenzar a creer que el placer es algo malo, pero en su cuerpo el siente que es algo rico, agradable, placentero y creará así un doble vinculo o represión del placer y luego en su vida de adulto buscará satisfacer de otra manera.

Ese niño pequeño de adulto se volverá un neurótico y será una persona con altos niveles defensivos y con problemas para relacionarse consigo mismo y los demás. Tenderá a los excesos y a tener muy poco autocuidado. Es alguien que está insatisfecho con su vida, y que se queja constantemente de su vida.

También es alguien que tiende a adjudicarse culpas y cargas que no le corresponden. En definitiva, es alguien que se empeña en demostrar su valor a través del sufrimiento. Todo esto puede generar la somatización de sus conflictos en el cuerpo. De allí que un neurótico haga de su síntoma una metáfora, con el fin de estar en una posición de recompensa secundaria, ya sea a través del drama, del rol de víctima, de la culpa o incluso a través de la enfermedad o adicción. Que es la manera que encuentra para expresar su necesidad.

Desde el estado de neurosis es que inician las adicciones. La persona que sufre adicciones va a intentar satisfacer un falso placer a través del circuito de la dopamina. Me lleno con lo que me falta. Busco afuera satisfacer una necesidad profunda, porque toda adicción esconde un sufrimiento que no queremos sentir.

Lo importante es saber que aunque hayamos tenido una historia difícil, no somos esa historia y podemos sanar nuestras experiencias traumáticas. Al iniciar un trabajo personal no vamos a cambiar esa historia, pero sin duda podremos cambiar la percepción de ella. Nunca es tarde para reparar la niñez.

Claudia Sasmay O.

Psico Bio Terapeuta, especialista en Biodescodificación, Neurociencias, Educación Emocional, Trauma y Terapia Sistémica

www.claudiasasmay.cl

@claudiasasmay

 

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